Cuando abrimos el bar con Carla, pensamos con mucho cuidado la decoración interna, pero nunca imaginamos que, en realidad, la clave del éxito fue poner un toldo para que los clientes se sentaran a tomar café, almorzar o cenar en la vereda. El 80 por ciento de la facturación pasa por ahí.
Claro, con el calorcito del verano, la mayoría de los clientes prefiere sentarse afuera. Suerte que mi mujer se dio cuenta del tema y me hizo poner el toldo extensible. Debo reconocerle que fue una gran idea y gracias a Dios no me lo echa en cara todo el día.
Ahora estoy pensando que para el invierno tengo que poner unas cortinas para cerrar el toldo. De esa manera, aprovecharía el espacio dentro del restaurante y también la vereda. Quizás así pueda duplicar el dinero que hice este verano.
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